domingo, 9 de junio de 2013

Construir otro modelo, basado en la justicia social y ambiental

FLORENT MARCELLESI

Construir otro modelo, basado en la justicia social y ambiental

En ecología políticaEconomía el 5 junio 2013 a las 10:01
FlorentMarcellesi2-640x425
Entrevista a Florent Marcellesi, investigador y activista ecologista, publicada en la revista Enbata, junio del 2013. La versión francesa de la entrevista está disponible aquí.
El consenso científico sobre los límites físicos de nuestro planeta nos tendría que llevar a tomar conciencia que es ahora imposible construir un proyecto de largo plazo basado en el crecimiento de la producción económica de un país o de su Producto Interno Bruto. Este nuevo elemento tendría que llevar grandes partes de la opinión pública a aceptar, incluso desear, una reconversión ecológica de la economía. Pero no es así. El abandono del dogma del crecimiento preocupa, también en la izquierda : miedo de una “vuelta atrás”, de penurias o de paro. ¿Cómo asociar límites ecológicos, objetivos sociales y coherencia económica hacia una desarrollo sostenible? Florent Marcellesi, ingeniero y urbanista, investigador ecologista y decrecentista, aporta sus reflexiones a Alda!, al margen de su participación en la conferencia-debate “¿Qué transición ecológica de la economía para el País Vasco?”
Enbata: Nacido en Angers (Francia), es usted ingeniero y urbanista,  investigador ecologista y activista decrecentista, radicado en Euskadi desde algunos años. ¿Nos puede describir su actividad allí y su labor en torno a la transición ecológica de la economía en el País Vasco?
Florent Marcellesi: Soy un investigador-activista que dedica su fuerza de trabajo no solo a criticar la sociedad de crecimiento actual sino también a imaginar (y poner en práctica) cómo sería una sociedad post-crecimiento y sobre todo cómo alcanzarla. Esta última parte (el “cómo hacer”), es lo que llamamos comúnmente la “transición”, es decir el hecho de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto que proyectamos en el futuro.
Por su parte, el modelo actual está gravemente enfermo. Basado en el crecimiento infinito en un planeta finito, vive una profunda crisis existencial que es a la vez ecológica, social, económica, ética y democrática. Y lo peor, ¡es que cuestiona incluso la supervivencia civilizada de la humanidad! Es hora por tanto de construir otro modelo, basado en la justicia social y ambiental (para las generaciones presentes y futuras, en el Norte y en el Sur). Para ello, necesitamos una transición ecológica de la economía y de la sociedad: se trata de una propuesta para una salida ordenada fuera de la economía del crecimiento y de las lógicas industriales y fordistas (donde priman la cantidad, el siempre más) hacia otra economía, otra sociedad, donde priman la sostenibilidad, la calidad, la solidaridad y la participación ciudadana.
Enbata: La transición ecológica y social presentada así parece ser una evidencia. Para pasar de las palabras a los hechos, hay que abordar su financiación… ¿Cómo se pondrá en marcha teniendo en cuenta que se trata de un proyecto a medio-largo plazo… y mientras nos repiten una y otra vez que las arcas están vacías?
FM: Sin duda, una transición ecológica cuesta dinero… pero mucho menos por ejemplo que lo que gastamos hoy en subvenciones a las energías fósiles o para los presupuestos militares! Primero, es por tanto una cuestión de prioridades políticas y económicas: ¿queremos seguir financiando un sistema económico en declive o apostar por otro de futuro, basado en la sostenibilidad y la justicia social?
Por ejemplo, con Jean Gadrey y Borja Barragué (en el libro Adiós al crecimiento), calculamos que es posible recaudar anualmente en España, sin necesidad de crecimiento y sin castigar las clases populares, por lo menos 40.000 millones de euros (reforma fiscal, supresión de los “regalos” a las clases más ricas, lucha contra la evasión fiscal y los paraísos fiscales, reducción de los gastos militares, etc.). Los recursos existen, ¡lo que falta es voluntad política! Por otro lado, recordemos que una transición ecológica es también una apuesta por la sobriedad y pasar del “poder adquisitivo” al “poder del vivir bien”. Así pues no es solo una cuestión de dinero sino también de valores como la solidaridad, la ecología, la autogestión y la ciudadanía. La transición se financia también a través de un cambio de valor, de prioridades y de horizonte.
Enbata: La mayoría de las medidas ecológicas tienen fama de ser antisociales… ¿Nos puede decir/presentar cómo utilizar la indispensable transición ecológica para mejorar la justicia social y proteger las poblaciones más vulnerables?
El cambio de modelo productivo hacia actividades verdes es una fuente muy rica en empleos sostenibles y decentes. Calculamos por ejemplo que en la Comunidad autónoma del País Vasco y en Navarra se podrían crear más de 100.000 empleos de aquí a 2020 y en el conjunto de España un millón; eso, con una política ambiciosa de reconversión ecológica de la economía, es decir un trasvase de las actividades no sostenibles (automóvil, energías fósiles, armas, etc.) hacia actividades sostenibles (rehabilitación de edificios, energías renovables, agricultura ecológica, etc.). Esta gran transformación combina perfectamente justicia social y ambiental.
Por otra parte, la transición ecológica no puede llevarse a cabo sin una redistribución de las riquezas y del trabajo. Significa concretamente que es necesario instaurar:
  • Una renta básica de ciudadanía, universal e incondicional, es decir que toda la gente, independientemente del hecho de tener un empleo o no, pueda tener sus necesidades básicas cubiertas.
  • Una renta máxima. No es solo una cuestión de decencia y cohesión social sino también de prioridad para limitar la degradación medioambiental.
Por último, la reducción de la jornada laboral y el reparto del trabajo (ya sea productivo o reproductivo) son medidas estructurales centrales. Tienen como objetivos garantizar una mayor justicia social y protección del planeta (existe por ejemplo una correlación directa entre reducción de la jornada laboral y disminución de las emisiones de CO2).
Enbata: ¿Qué transición necesaria tendremos que poner en marcha entre el modelo económico dominante y estos otros modelos que imaginamos y experimentamos en diferentes lugares? Es decir, ¿cómo hacer para que el “vivir y trabajar en el país” deseado por una gran mayoría sea una alternativa creíble teniendo en cuenta los obstáculos presentados como “insuperables” que desmotivan al ciudadano de a pie de calle (la competencia internacional, la crisis, los “hábitos/dependencias” de compra (fomentados por la publicidad) hacia siempre lo más barato, etc.)?
FM: Se trata de un proyecto a diferentes escalas, sociales e institucionales, locales, regionales y europeas. De hecho, la transición ecológica y las nuevas solidaridades ya están en marcha: se trata de reforzarlas, extendiendo y estructurando nuestras iniciativas y nuestras redes (a través de monedas locales, de cooperativas de vivienda, de energía, de consumo, de finanzas éticas, etc.), yendo a buscar con humildad apoyos y nuevas ideas más allá de los círculos reivindicativos clásicos, cooperando cada vez más y mejor a nivel local y global, entre grupos heterogéneos y sabiendo cristalizar nuestros avances en las instituciones y en la sociedad.
Al mismo tiempo para llevar a cabo esta gran transformación, es imprescindible un cambio cultural y de mentalidad, es decir modificar profundamente nuestras expectativas personales y colectivas en torno a la producción, al consumo y al trabajo. Todo esto pasa por una redefinición democrática del proyecto social deseable y realista según la biocapacidad disponible, las necesidades colectivas y el nivel de consumo aceptable en este marco, y cómo invertir nuestra fuerza de trabajo para hacerlo realidad.
Enbata: ¿Existen ejemplos concretos donde vemos la transición ecológica en marcha?
FM: Existe un caso muy interesante en el norte de Francia: el pueblo de Loos-en-Gohelle. Este municipio, de tradición minera y de 8.000 habitantes, se ha convertido en un verdadero laboratorio de la transición ecológica, basándose en la reconversión verde de la economía (bioconstrucción, energías renovables, investigación y desarrollo, movilidad sostenible, etc.), la democracia participativa, la transversalidad de sus políticas (sociales, económicas y ecológicas), una visión de largo plazo (a la vez global y local), el cambio cultural y el papel central de la memoria y de la identidad minera.
Enbata: Para profundizar, ¿tiene usted contactos/referencias?
Además de mi último libro “Adiós al crecimiento” donde profundizamos en todas estas cuestiones (dentro de poco, publicaré también un monográfico sobre la “transición ecológica de la economía”), recomiendo acercarse a todas aquellas iniciativas locales como las ciudades en transición, la soberanía alimentaria y la agroecología, las monedas locales, la banca ética, el movimiento cooperativista y la economía social y solidaria, que ponen en marcha las ideas de transformación social y ecológica. Una web muy interesante en este sentido que agrupa a muchas propuestas concretas en temas de salud, alimentación, vivienda, ropa, cultura, etc. es la siguiente: http://mecambio.net/El cambio ya está aquí, es hora de ejercer el poder que está en nuestras manos.
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FLORENT MARCELLESI

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En ecología políticaEconomía el 5 junio 2013 a las 10:01
FlorentMarcellesi2-640x425
Entrevista a Florent Marcellesi, investigador y activista ecologista, publicada en la revista Enbata, junio del 2013. La versión francesa de la entrevista está disponible aquí.
El consenso científico sobre los límites físicos de nuestro planeta nos tendría que llevar a tomar conciencia que es ahora imposible construir un proyecto de largo plazo basado en el crecimiento de la producción económica de un país o de su Producto Interno Bruto. Este nuevo elemento tendría que llevar grandes partes de la opinión pública a aceptar, incluso desear, una reconversión ecológica de la economía. Pero no es así. El abandono del dogma del crecimiento preocupa, también en la izquierda : miedo de una “vuelta atrás”, de penurias o de paro. ¿Cómo asociar límites ecológicos, objetivos sociales y coherencia económica hacia una desarrollo sostenible? Florent Marcellesi, ingeniero y urbanista, investigador ecologista y decrecentista, aporta sus reflexiones a Alda!, al margen de su participación en la conferencia-debate “¿Qué transición ecológica de la economía para el País Vasco?”
Enbata: Nacido en Angers (Francia), es usted ingeniero y urbanista,  investigador ecologista y activista decrecentista, radicado en Euskadi desde algunos años. ¿Nos puede describir su actividad allí y su labor en torno a la transición ecológica de la economía en el País Vasco?
Florent Marcellesi: Soy un investigador-activista que dedica su fuerza de trabajo no solo a criticar la sociedad de crecimiento actual sino también a imaginar (y poner en práctica) cómo sería una sociedad post-crecimiento y sobre todo cómo alcanzarla. Esta última parte (el “cómo hacer”), es lo que llamamos comúnmente la “transición”, es decir el hecho de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto que proyectamos en el futuro.
Por su parte, el modelo actual está gravemente enfermo. Basado en el crecimiento infinito en un planeta finito, vive una profunda crisis existencial que es a la vez ecológica, social, económica, ética y democrática. Y lo peor, ¡es que cuestiona incluso la supervivencia civilizada de la humanidad! Es hora por tanto de construir otro modelo, basado en la justicia social y ambiental (para las generaciones presentes y futuras, en el Norte y en el Sur). Para ello, necesitamos una transición ecológica de la economía y de la sociedad: se trata de una propuesta para una salida ordenada fuera de la economía del crecimiento y de las lógicas industriales y fordistas (donde priman la cantidad, el siempre más) hacia otra economía, otra sociedad, donde priman la sostenibilidad, la calidad, la solidaridad y la participación ciudadana.
Enbata: La transición ecológica y social presentada así parece ser una evidencia. Para pasar de las palabras a los hechos, hay que abordar su financiación… ¿Cómo se pondrá en marcha teniendo en cuenta que se trata de un proyecto a medio-largo plazo… y mientras nos repiten una y otra vez que las arcas están vacías?
FM: Sin duda, una transición ecológica cuesta dinero… pero mucho menos por ejemplo que lo que gastamos hoy en subvenciones a las energías fósiles o para los presupuestos militares! Primero, es por tanto una cuestión de prioridades políticas y económicas: ¿queremos seguir financiando un sistema económico en declive o apostar por otro de futuro, basado en la sostenibilidad y la justicia social?
Por ejemplo, con Jean Gadrey y Borja Barragué (en el libro Adiós al crecimiento), calculamos que es posible recaudar anualmente en España, sin necesidad de crecimiento y sin castigar las clases populares, por lo menos 40.000 millones de euros (reforma fiscal, supresión de los “regalos” a las clases más ricas, lucha contra la evasión fiscal y los paraísos fiscales, reducción de los gastos militares, etc.). Los recursos existen, ¡lo que falta es voluntad política! Por otro lado, recordemos que una transición ecológica es también una apuesta por la sobriedad y pasar del “poder adquisitivo” al “poder del vivir bien”. Así pues no es solo una cuestión de dinero sino también de valores como la solidaridad, la ecología, la autogestión y la ciudadanía. La transición se financia también a través de un cambio de valor, de prioridades y de horizonte.
Enbata: La mayoría de las medidas ecológicas tienen fama de ser antisociales… ¿Nos puede decir/presentar cómo utilizar la indispensable transición ecológica para mejorar la justicia social y proteger las poblaciones más vulnerables?
El cambio de modelo productivo hacia actividades verdes es una fuente muy rica en empleos sostenibles y decentes. Calculamos por ejemplo que en la Comunidad autónoma del País Vasco y en Navarra se podrían crear más de 100.000 empleos de aquí a 2020 y en el conjunto de España un millón; eso, con una política ambiciosa de reconversión ecológica de la economía, es decir un trasvase de las actividades no sostenibles (automóvil, energías fósiles, armas, etc.) hacia actividades sostenibles (rehabilitación de edificios, energías renovables, agricultura ecológica, etc.). Esta gran transformación combina perfectamente justicia social y ambiental.
Por otra parte, la transición ecológica no puede llevarse a cabo sin una redistribución de las riquezas y del trabajo. Significa concretamente que es necesario instaurar:
  • Una renta básica de ciudadanía, universal e incondicional, es decir que toda la gente, independientemente del hecho de tener un empleo o no, pueda tener sus necesidades básicas cubiertas.
  • Una renta máxima. No es solo una cuestión de decencia y cohesión social sino también de prioridad para limitar la degradación medioambiental.
Por último, la reducción de la jornada laboral y el reparto del trabajo (ya sea productivo o reproductivo) son medidas estructurales centrales. Tienen como objetivos garantizar una mayor justicia social y protección del planeta (existe por ejemplo una correlación directa entre reducción de la jornada laboral y disminución de las emisiones de CO2).
Enbata: ¿Qué transición necesaria tendremos que poner en marcha entre el modelo económico dominante y estos otros modelos que imaginamos y experimentamos en diferentes lugares? Es decir, ¿cómo hacer para que el “vivir y trabajar en el país” deseado por una gran mayoría sea una alternativa creíble teniendo en cuenta los obstáculos presentados como “insuperables” que desmotivan al ciudadano de a pie de calle (la competencia internacional, la crisis, los “hábitos/dependencias” de compra (fomentados por la publicidad) hacia siempre lo más barato, etc.)?
FM: Se trata de un proyecto a diferentes escalas, sociales e institucionales, locales, regionales y europeas. De hecho, la transición ecológica y las nuevas solidaridades ya están en marcha: se trata de reforzarlas, extendiendo y estructurando nuestras iniciativas y nuestras redes (a través de monedas locales, de cooperativas de vivienda, de energía, de consumo, de finanzas éticas, etc.), yendo a buscar con humildad apoyos y nuevas ideas más allá de los círculos reivindicativos clásicos, cooperando cada vez más y mejor a nivel local y global, entre grupos heterogéneos y sabiendo cristalizar nuestros avances en las instituciones y en la sociedad.
Al mismo tiempo para llevar a cabo esta gran transformación, es imprescindible un cambio cultural y de mentalidad, es decir modificar profundamente nuestras expectativas personales y colectivas en torno a la producción, al consumo y al trabajo. Todo esto pasa por una redefinición democrática del proyecto social deseable y realista según la biocapacidad disponible, las necesidades colectivas y el nivel de consumo aceptable en este marco, y cómo invertir nuestra fuerza de trabajo para hacerlo realidad.
Enbata: ¿Existen ejemplos concretos donde vemos la transición ecológica en marcha?
FM: Existe un caso muy interesante en el norte de Francia: el pueblo de Loos-en-Gohelle. Este municipio, de tradición minera y de 8.000 habitantes, se ha convertido en un verdadero laboratorio de la transición ecológica, basándose en la reconversión verde de la economía (bioconstrucción, energías renovables, investigación y desarrollo, movilidad sostenible, etc.), la democracia participativa, la transversalidad de sus políticas (sociales, económicas y ecológicas), una visión de largo plazo (a la vez global y local), el cambio cultural y el papel central de la memoria y de la identidad minera.
Enbata: Para profundizar, ¿tiene usted contactos/referencias?
Además de mi último libro “Adiós al crecimiento” donde profundizamos en todas estas cuestiones (dentro de poco, publicaré también un monográfico sobre la “transición ecológica de la economía”), recomiendo acercarse a todas aquellas iniciativas locales como las ciudades en transición, la soberanía alimentaria y la agroecología, las monedas locales, la banca ética, el movimiento cooperativista y la economía social y solidaria, que ponen en marcha las ideas de transformación social y ecológica. Una web muy interesante en este sentido que agrupa a muchas propuestas concretas en temas de salud, alimentación, vivienda, ropa, cultura, etc. es la siguiente: http://mecambio.net/El cambio ya está aquí, es hora de ejercer el poder que está en nuestras manos.
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FLORENT MARCELLESI

Construir otro modelo, basado en la justicia social y ambiental

En ecología políticaEconomía el 5 junio 2013 a las 10:01
FlorentMarcellesi2-640x425
Entrevista a Florent Marcellesi, investigador y activista ecologista, publicada en la revista Enbata, junio del 2013. La versión francesa de la entrevista está disponible aquí.
El consenso científico sobre los límites físicos de nuestro planeta nos tendría que llevar a tomar conciencia que es ahora imposible construir un proyecto de largo plazo basado en el crecimiento de la producción económica de un país o de su Producto Interno Bruto. Este nuevo elemento tendría que llevar grandes partes de la opinión pública a aceptar, incluso desear, una reconversión ecológica de la economía. Pero no es así. El abandono del dogma del crecimiento preocupa, también en la izquierda : miedo de una “vuelta atrás”, de penurias o de paro. ¿Cómo asociar límites ecológicos, objetivos sociales y coherencia económica hacia una desarrollo sostenible? Florent Marcellesi, ingeniero y urbanista, investigador ecologista y decrecentista, aporta sus reflexiones a Alda!, al margen de su participación en la conferencia-debate “¿Qué transición ecológica de la economía para el País Vasco?”
Enbata: Nacido en Angers (Francia), es usted ingeniero y urbanista,  investigador ecologista y activista decrecentista, radicado en Euskadi desde algunos años. ¿Nos puede describir su actividad allí y su labor en torno a la transición ecológica de la economía en el País Vasco?
Florent Marcellesi: Soy un investigador-activista que dedica su fuerza de trabajo no solo a criticar la sociedad de crecimiento actual sino también a imaginar (y poner en práctica) cómo sería una sociedad post-crecimiento y sobre todo cómo alcanzarla. Esta última parte (el “cómo hacer”), es lo que llamamos comúnmente la “transición”, es decir el hecho de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto que proyectamos en el futuro.
Por su parte, el modelo actual está gravemente enfermo. Basado en el crecimiento infinito en un planeta finito, vive una profunda crisis existencial que es a la vez ecológica, social, económica, ética y democrática. Y lo peor, ¡es que cuestiona incluso la supervivencia civilizada de la humanidad! Es hora por tanto de construir otro modelo, basado en la justicia social y ambiental (para las generaciones presentes y futuras, en el Norte y en el Sur). Para ello, necesitamos una transición ecológica de la economía y de la sociedad: se trata de una propuesta para una salida ordenada fuera de la economía del crecimiento y de las lógicas industriales y fordistas (donde priman la cantidad, el siempre más) hacia otra economía, otra sociedad, donde priman la sostenibilidad, la calidad, la solidaridad y la participación ciudadana.
Enbata: La transición ecológica y social presentada así parece ser una evidencia. Para pasar de las palabras a los hechos, hay que abordar su financiación… ¿Cómo se pondrá en marcha teniendo en cuenta que se trata de un proyecto a medio-largo plazo… y mientras nos repiten una y otra vez que las arcas están vacías?
FM: Sin duda, una transición ecológica cuesta dinero… pero mucho menos por ejemplo que lo que gastamos hoy en subvenciones a las energías fósiles o para los presupuestos militares! Primero, es por tanto una cuestión de prioridades políticas y económicas: ¿queremos seguir financiando un sistema económico en declive o apostar por otro de futuro, basado en la sostenibilidad y la justicia social?
Por ejemplo, con Jean Gadrey y Borja Barragué (en el libro Adiós al crecimiento), calculamos que es posible recaudar anualmente en España, sin necesidad de crecimiento y sin castigar las clases populares, por lo menos 40.000 millones de euros (reforma fiscal, supresión de los “regalos” a las clases más ricas, lucha contra la evasión fiscal y los paraísos fiscales, reducción de los gastos militares, etc.). Los recursos existen, ¡lo que falta es voluntad política! Por otro lado, recordemos que una transición ecológica es también una apuesta por la sobriedad y pasar del “poder adquisitivo” al “poder del vivir bien”. Así pues no es solo una cuestión de dinero sino también de valores como la solidaridad, la ecología, la autogestión y la ciudadanía. La transición se financia también a través de un cambio de valor, de prioridades y de horizonte.
Enbata: La mayoría de las medidas ecológicas tienen fama de ser antisociales… ¿Nos puede decir/presentar cómo utilizar la indispensable transición ecológica para mejorar la justicia social y proteger las poblaciones más vulnerables?
El cambio de modelo productivo hacia actividades verdes es una fuente muy rica en empleos sostenibles y decentes. Calculamos por ejemplo que en la Comunidad autónoma del País Vasco y en Navarra se podrían crear más de 100.000 empleos de aquí a 2020 y en el conjunto de España un millón; eso, con una política ambiciosa de reconversión ecológica de la economía, es decir un trasvase de las actividades no sostenibles (automóvil, energías fósiles, armas, etc.) hacia actividades sostenibles (rehabilitación de edificios, energías renovables, agricultura ecológica, etc.). Esta gran transformación combina perfectamente justicia social y ambiental.
Por otra parte, la transición ecológica no puede llevarse a cabo sin una redistribución de las riquezas y del trabajo. Significa concretamente que es necesario instaurar:
  • Una renta básica de ciudadanía, universal e incondicional, es decir que toda la gente, independientemente del hecho de tener un empleo o no, pueda tener sus necesidades básicas cubiertas.
  • Una renta máxima. No es solo una cuestión de decencia y cohesión social sino también de prioridad para limitar la degradación medioambiental.
Por último, la reducción de la jornada laboral y el reparto del trabajo (ya sea productivo o reproductivo) son medidas estructurales centrales. Tienen como objetivos garantizar una mayor justicia social y protección del planeta (existe por ejemplo una correlación directa entre reducción de la jornada laboral y disminución de las emisiones de CO2).
Enbata: ¿Qué transición necesaria tendremos que poner en marcha entre el modelo económico dominante y estos otros modelos que imaginamos y experimentamos en diferentes lugares? Es decir, ¿cómo hacer para que el “vivir y trabajar en el país” deseado por una gran mayoría sea una alternativa creíble teniendo en cuenta los obstáculos presentados como “insuperables” que desmotivan al ciudadano de a pie de calle (la competencia internacional, la crisis, los “hábitos/dependencias” de compra (fomentados por la publicidad) hacia siempre lo más barato, etc.)?
FM: Se trata de un proyecto a diferentes escalas, sociales e institucionales, locales, regionales y europeas. De hecho, la transición ecológica y las nuevas solidaridades ya están en marcha: se trata de reforzarlas, extendiendo y estructurando nuestras iniciativas y nuestras redes (a través de monedas locales, de cooperativas de vivienda, de energía, de consumo, de finanzas éticas, etc.), yendo a buscar con humildad apoyos y nuevas ideas más allá de los círculos reivindicativos clásicos, cooperando cada vez más y mejor a nivel local y global, entre grupos heterogéneos y sabiendo cristalizar nuestros avances en las instituciones y en la sociedad.
Al mismo tiempo para llevar a cabo esta gran transformación, es imprescindible un cambio cultural y de mentalidad, es decir modificar profundamente nuestras expectativas personales y colectivas en torno a la producción, al consumo y al trabajo. Todo esto pasa por una redefinición democrática del proyecto social deseable y realista según la biocapacidad disponible, las necesidades colectivas y el nivel de consumo aceptable en este marco, y cómo invertir nuestra fuerza de trabajo para hacerlo realidad.
Enbata: ¿Existen ejemplos concretos donde vemos la transición ecológica en marcha?
FM: Existe un caso muy interesante en el norte de Francia: el pueblo de Loos-en-Gohelle. Este municipio, de tradición minera y de 8.000 habitantes, se ha convertido en un verdadero laboratorio de la transición ecológica, basándose en la reconversión verde de la economía (bioconstrucción, energías renovables, investigación y desarrollo, movilidad sostenible, etc.), la democracia participativa, la transversalidad de sus políticas (sociales, económicas y ecológicas), una visión de largo plazo (a la vez global y local), el cambio cultural y el papel central de la memoria y de la identidad minera.
Enbata: Para profundizar, ¿tiene usted contactos/referencias?
Además de mi último libro “Adiós al crecimiento” donde profundizamos en todas estas cuestiones (dentro de poco, publicaré también un monográfico sobre la “transición ecológica de la economía”), recomiendo acercarse a todas aquellas iniciativas locales como las ciudades en transición, la soberanía alimentaria y la agroecología, las monedas locales, la banca ética, el movimiento cooperativista y la economía social y solidaria, que ponen en marcha las ideas de transformación social y ecológica. Una web muy interesante en este sentido que agrupa a muchas propuestas concretas en temas de salud, alimentación, vivienda, ropa, cultura, etc. es la siguiente: http://mecambio.net/El cambio ya está aquí, es hora de ejercer el poder que está en nuestras manos.
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sábado, 25 de mayo de 2013

¿De verdad importa el Producto interno bruto?

Según la WIKIPEDIA es: 

En macroeconomía, el producto interno bruto (PIB),1 2 conocido también como producto bruto interno (PBI) yproducto interior bruto,3 4 es una medida macroeconómica que expresa el valor monetario de la producción de bienes y servicios de un país durante un período determinado de tiempo (normalmente un año).
El PIB es usado como una medida del bienestar material de una sociedad y es objeto de estudio de la [macroeconomía]. Su cálculo se encuadra dentro de la contabilidad nacional. Para estimarlo, se emplean varios métodos complementarios. Tras el pertinente ajuste de los resultados obtenidos en los mismos, al menos parcialmente resulta incluida en su cálculo la [economía sumergida].

O sea que hablamos de una medida macroeconómica que expresa el valor monetario de la producción de bienes y servicios.... pero me imagino que habla de los que se pueden comerciar y obtener un beneficio el  resto de bienes y servicios no susceptibles de darles un valor económico y por lo tanto no comerciales no los incluimos.
Y este dato se usa como medida del bienestar material de una sociedad.

Pues vaya chapuza!!!!

Resulta que como seres vivos necesitamos para nuestra subsistencia materiales que no se incluyen en este cálculo como:
El oxigeno: necesito millones de plantas realizando la fotosíntesis para poder respirar, a su vez éstas necesitan un clima adecuado, un suelo rico y un nivel de humedad óptimo.
El agua: necesito millones de plantas que bombeen a la atmósfera millones de litros de agua para que el ciclo del agua se mantenga y llegue a los lugares donde es necesario.
El suelo: necesito millones de metros cúbicos de suelo virgen con su biodiversidad animal y vegetal para poder mantener la riqueza de los suelos destinados al cultivo.

Y todos estos materiales no se contabilizan porque no se expresan en un valor monetario y como no se expresa en un valor monetario no se incluye en el PIB.
Esto respecto a los .materiales pero si hablamos de los servicios, millones de personas sobre todo mujeres contribuyen al bienestar de la sociedad eligiendo los alimentos, cocinándolos manteniendo la higiene y la salud de otros millones de personas que se dedican a la economía productiva que en otras circunstancias no podrían dedicarles tanto tiempo y sería más costosa.

Claro que se pueden privatizar los bosques y cobrar por el oxigeno que producen y el agua se podría dejar de depurar y consumirla sólo embotellada, se puede cultivar sin suelo pero el producto final sería mucho más caro y controlado por una minoría.

Se podría penalizar el trabajo en el hogar ya que no genera riqueza monetaria y se tendría que pagar un impuesto por decidir no producir.

Creo que el PIB debería contemplar muchos más factores no sólo los monetarios y quizás nos empezaríamos a dar cuenta que somos mucho más ricos de lo que nos quieren hacer creer.

Daniecologista






viernes, 10 de mayo de 2013

lunes, 8 de abril de 2013

Sobre los escraches


Cualquier acción de protesta busca llamar la atención sobre un tema y en este caso no es sobre los desahucios, es sobre la utilidad política de los medios a disposición del ciudadano.

Si los escritos no valen de nada, si las manifestaciones no valen de nada, si la negociación con las entidades no vale de nada, si los tribunales europeos no valen de nada, si una ILP no vale de nada, si los políticos no se acercan al pueblo habrá que acercar al pueblo a los políticos, que vean que no son una masa informe y callada a la espera de instrucciones.

No es momento por preocuparse de su bienestar o el de sus hijos, tiempo han tenido de preocuparse del bienestar de los ciudadanos y sus hijos cuando éstos eran desahuciados o ¿vale más la dignidad de un político y sus hijos que el del resto de ciudadanos?

El problema ha sido que les hemos dejado hacer y deshacer como han querido, han robado y vivido a nuestra costa sin consecuencias, es hora que les demostremos que no son intocables y que sus actos tienen consecuencias.

Así a lo mejor la próxima vez se lo piensan antes de ignorar una manifestación o rechazar una ILP.

DANI

getafenbici: Getafenbici apoya a Vivienda 15M y a la PAH

getafenbici: Getafenbici apoya a Vivienda 15M y a la PAH: Frente al intento de criminalización que está sufriendo la PAH y los continuos ataques que recibe desde la alcaldía de Getafe, el Colectiv...

sábado, 6 de abril de 2013

No hay ni derecha ni izquierda

La derecha es España no existe, son liberales oportunistas que se valen de los nostálgicos del régimen, de los fundamentalistas católicos y el caciquismo endémico. La izquierda en España no existe, son liberales oportunistas que se valen de los nostálgicos de la República , de los fundamentalistas marxistas y la ignorancia endémica.

miércoles, 27 de marzo de 2013